“…Es más una fuerza vital y espontánea la que parece impulsar el temperamento de este maestro jalisciense, alquimista y viajero por vocación.” –José Luis Cuevas
Javier Arévalo, uno de los mayores referentes en la plástica jalisciense de la segunda mitad del siglo XX, nació en Guadalajara, Jalisco en 1937.
Desde su niñez en el barrio del Santuario, el joven Javier Arévalo destacó de los demás por su innegable capacidad creativa y dejó ver sus grandes habilidades e inclinaciones artísticas, condición que lo llevó a ganar a los 10 años un premio estatal de dibujo infantil que lo condujo a ser discípulo del afamado artista jalisciense Jorge Martínez, quien lo apadrinó y le brindó un gran apoyo desde el principio de su formación artística.
El entonces gobernador Agustín Yáñez, siendo consciente del gran potencial dentro de aquel artista
emergente, le otorgó una beca para estudiar en la Antigua Academia de San Carlos en la Ciudad de México, donde se formó con grandes maestros como Antonio Rodríguez Luna y entabló una amistad con el Maestro Gerardo Murillo, cuya figura tomó gran importancia en su vida.
El trabajo de este Maestro multipremiado fue seleccionado en decenas de certámenes dentro y fuera de la república mexicana, como la Bienal de Pintura de Paris de 1967, el Premio del Salón de la Plástica Mexicana, la VII Bienal Internacional de Arte Gráfico de Tokio y la X Bienal de Grabado Latinoamericano y del Caribe en Puerto Rico. Además, el Gobierno de Jalisco lo reconoció con preseas como el Premio Jalisco a las Artes Plásticas , la Medalla José Clemente Orozco, y en 2015 el gobierno de Zapopan inauguró un mural en cerámica de su autoría en la fachada de la Galería Municipal Javier Arévalo.
En su prolífica carrera, llegó a formar parte de grandes instituciones dedicadas a la formación de jóvenes artistas. En 1965 se le otorgó la Dirección de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Morelia, para posteriormente servir como docente en la Antigua Academia de San Carlos y en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, las dos escuelas dedicadas a las artes plásticas que gozan de mayor renombre del país.
Tanto colectiva como individualmente, su trabajo ha sido recibido en importantes espacios expositivos como el Instituto Cultural Cabañas, el Museo del Palacio Nacional de Bellas Artes en el que se le hizo un gran homenaje en vida con una exposición retrospectiva, la Casa de Francia en la Ciudad de México, el Museo José Luis Cuevas, el Museo de Arte de Sonora, la Galería Anne Bartchut de Madrid, la Fundación Juan Oñate en España y la Casa de México en Paris, en la que presentó la que rompió el record a la acuarela más grande del mundo.
El maestro Javier Arévalo pudo presumir también de que su trabajo se encuentra resguardado en prestigiadas colecciones, como lo son la del MET de Nueva York, el Museo de Arte Moderno de Lugano en Suiza, el Museo de Arte Moderno de Tel-Aviv, el Museo de Arte de Zaragoza, el Museo de Arte de Nagoaka en Japón, la Biblioteca Nacional de Francia, el Museo de Arte Moderno de México, el Museo del Palacio Nacional de Bellas Artes, la Colección del Pueblo de Jalisco y otras.
La obra de Javier Arévalo siempre se presenta con un magistral manejo del color y la textura dentro de cada pieza, estructurando todos los elementos en composiciones complejas derivadas de una prodigiosa intuición, pero producto de una rigurosa formación académica. Con un lenguaje cálido, humano y lleno de substancia, el maestro se desenvolvía a plenitud en todas las disciplinas plásticas en las que incursionó a lo largo de su vida, pues siempre evitó encasillarse dentro de cualquier categoría o movimiento estético y se mantuvo constantemente en un proceso de evolución dentro de su trabajo.
Su profundo amor por la vida y la ligereza de su andar, le brindaron una riqueza cultural inigualable, siempre representada en cada obra de arte de manera solaz, pero solemne. Su paso por el mundo fue todo el tiempo dinámico al igual que su obra, el constante cambio y el permanente estado de transformación lo caracterizaron como artista y como ser humano. Su trabajo siempre se apoyó y rindió honor a una perspectiva de la vida implacablemente latinoamericana, se preocupó por retratar y tomar en cuenta cada detalle que nos caracteriza culturalmente con un humor perspicaz y agudo que le otorgaron a cada cuadro la capacidad de generar una fuerte empatía y sentido de pertenencia en el espectador.
En febrero del 2020 el maestro Javier Arévalo murió en la ciudad de Guadalajara, volcando en el luto a la totalidad de la comunidad cultural nacional y dejando un valiosísimo legado de entereza, honestidad e integridad artística, por lo que el gobierno de Jalisco le rindió una ceremonia homenaje de cuerpo presente en el Instituto Cultural Cabañas y otra en el Palacio Legislativo del Estado a pocos días de su fallecimiento.